La nueva cepa del COVID-19, Ómicron, ha llegado a México. Así lo reconoce el Presidente López Obrador y el crecimiento significativo del número de contagiados revela un nuevo momento en la gestión de la pandemia. Se sabe que esta variante es considerablemente más contagiosa. Afortunadamente llega cuando buena parte del mundo y de los mexicanos ya está vacunados. También, se ha dicho por especialistas, que su agresividad es menor que las otras variantes y, por lo mismo, su impacto no es tan fuerte, por lo que la hospitalización y las defunciones no deberían ser equiparables.

El problema es que, si hay un disparo de los contagios, inevitablemente habrá mayor demanda de atención médica y hospitalaria. Por lo que es indispensable que la población tome medidas preventivas a partir de la ya amplia experiencia que se tiene con el contagio. Su buen manejo depende de la correcta administración de dos sentimientos: la prudencia y la alerta. Lo que no es permisible es la confianza o el desdén por una idea errónea de la gravedad de la situación.

Lo que se ha observado en otros países es alentador. Concretamente en Sudáfrica, donde se identificó la nueva cepa con su exponencial crecimiento de contagios. En diciembre 17, se presentaron 399 casos por un millón de personas. Al 3 de enero los contagios disminuyeron en 141. Cabe destacar que en dicho país la tasa de vacunación es de 48 dosis por 100 personas. En México es de 117 dosis. Por el lado negativo esta el Reino Unido, el disparo de contagios es de 2,755 por un millón de personas a pesar de que hay 201 dosis de vacunas por 100 personas. Lo relevante es que al momento no hay una asociación lineal entre contagiados y hospitalizados o defunciones.

La mejor respuesta para enfrentar la pandemia ha sido la vacunación y ahora, es más. Los especialistas ya hablan que en buena parte del mundo, especialmente en los países desarrollados, la pandemia transitará a condición de endemia, con una mejora sustantiva en su tratamiento médico.

En México, el momento actual llama a la promoción de medidas preventivas para evitar contagios y, desde luego, ampliar la capacidad de vacunación a la mayor proporción de la población, particularmente con la inoculación de refuerzo.